El trastorno disocial se refiere a la
presencia recurrente de conductas distorsionadas, destructivas y de carácter
negativo, además de transgresoras de las normas sociales, en el comportamiento
del individuo. Este trastorno supone un problema clínico importante por sus
características intrínsecas implica un desajuste social, sus posibles
consecuencias una parte importante de los niños/as que lo padecen mostrará
algún tipo de desajuste en la edad adulta y por su frecuencia es el más
comúnmente diagnosticado.
Los tipos de comportamientos que se presentan
en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV-TR)
pueden ser operacionalizados en cuatro categorías o agrupaciones:
Comportamientos agresivos:
·
Inicio de peleas
·
Portar armas
·
Actos crueles contra
personas
·
Contra animales
·
Robo con violencia
·
Violaciones
·
Raras veces homicidio
Comportamientos no agresivos con daño a
la propiedad privada. (no hay daño a personas)
·
Ocasionar incendios
·
Romper vidrios
·
Dañar automóviles
·
Actividades
vandálicas en la escuela
·
Daño a la propiedad
pública y privada en general
Fraudes o robos.
·
Mentiras
·
Timos
·
Falsificaciones
·
Romper compromisos y
promesas para sacar provecho
·
Hurto
·
Robos a tiendas
Violaciones a las normas
·
Normas escolares
·
Cimarras (huídas de
clases)
·
Normas familiares
·
Fugas
·
Ausentismo laboral
(en mayores)
·
Sexualización de la
conducta
·
Ingesta de alcohol y
drogas
Características del Trastorno Disocial
Las personas con trastorno disocial se caracterizan
por mostrar un patrón de comportamiento persistente y repetitivo en el que
suelen incumplir importantes normas sociales propias de su edad y vulnerar los
derechos básicos de los otros.
El trastorno disocial se caracteriza por la
presencia de comportamientos agresivos: amenazas, intimidaciones, provocación de
peleas, utilización de armas, crueldad física con personas y/o con animales,
robos con enfrentamiento e intimidación, violencia sexual y violación grave de
las normas establecidas. En la génesis del trastorno los comportamientos menos
graves (mentir, robar en tiendas, peleas físicas) suelen aparecer antes,
mientras que otros (robos con asalto, uso de armas, violaciones) lo hacen posteriormente.
Este tipo de comportamientos manifestados en
los ambientes próximos (familia, barrio, escuela) y en la relación con personas
conocidas (padres, vecinos, compañeros) generan graves conflictos que suelen
agravarse progresivamente (escalada del conflicto o efecto bola de nieve): el
entorno, ante sus comportamientos, se va volviendo cada vez más hostil y, ante
esta hostilidad, el niño/adolescente responde con mayor agresividad y encono.
La presencia de un trastorno disocial
implica, siempre, un deterioro significativo en las actividades familiares,
escolares y sociales de la persona. Las consecuencias de sus comportamientos
pueden derivar en medidas judiciales, educativas y sociales que, en ocasiones, suponen
contención, alejamiento o exclusión.
Tratamientos para el Trastorno Disocial
Debido al carácter heterogéneo tanto de la
etiología como de la manifestación de las conductas disociales, no existe un
tratamiento exclusivo del mismo, pero sí una serie de programas y tratamientos
que pueden contribuir a su remisión o amortiguación.
Formación para padres: En esencia el
tratamiento consiste en enseñar a los padres a dar órdenes directas y concisas
tratando de privilegiar la claridad del contenido, en tonos no amenazantes. Se
enseña también a ser paciente con los ritmos del niño y no mandarlo a hacer
cosas sin darle el suficiente tiempo para cumplir la orden, si el niño es
siempre interrumpido es muy difícil que comprenda el sentido de las ordenes y
que se acostumbre a obedecerlas. Es necesario considerar que cierto nivel de
oposición por parte del niño es buena porque le ayuda a descubrir sus propios
límites y potencialidades, por lo que no se busca anular la capacidad del niño
de rechazar una orden cuando está basado en la adquisición de conceptos y
juicios de valor como por ejemplo la justicia.
Terapia comunitaria: Este modelo terapéutico
tiene como objetivo evitar la estigmatización de los pacientes e integrarlos en
los grupos de niños sanos. Este tratamiento busca generar la aparición de
conductas prosociales por parte de los niños que sufren el T.D. a través de
juegos, música, dinámicas, deportes, etc. Además posibilitan un espacio de
canalización de energías e intereses que los hacen sentir participantes,
aceptados y valorados.
Terapia familiar: Este tipo de modelo
terapéutico tiene como objetivo modificar patrones desadaptativos de
interacción y comunicación entre los miembros de la familia. Busca el
fortalecimiento de vínculos sanos e íntimos entre los miembros, evitando el
aislamiento, la culpabilización, etc. Es complejo lograr el éxito en muchas
familias debido a que en muchos casos se requiere reconstruir el tejido
relacional de la familia, lo cual es un problema de solucionar a largo plazo,
pero por lo menos sirve para reforzar los cambios logrados por el niño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario