Un trastorno cutáneo es cualquier trastorno
de la piel; ésta puede verse afectada por una amplia variedad de trastornos,
desde heridas físicas hasta daños químicos. Es susceptible a la infección por
virus, bacterias, hongos y protozoos, y quedar infectada por ácaros y otros
parásitos. La piel también puede desarrollar tumores
benignos y cancerosos, y puede verse afectada por un suministro inadecuado de
sangre. Sus propias glándulas, vasos sanguíneos y nervios pueden sufrir
alteraciones y la piel también reacciona de diversas formas a la alergia. Las
erupciones cutáneas y la decoloración pueden reflejar diversos trastornos
generales del organismo.
Ejemplo de este trastorno es el Epidermólisis Bullosa, que es un
conjunto de enfermedades de la piel transmitidas genéticamente y que se
manifiestan por la aparición de ampollas, úlceras y heridas en la piel, en
especial en las áreas mucosas al más mínimo roce o golpe. También suelen
aparecer heridas internas, provocando un cierre en el esófago lo que provoca pérdida
de peso al no poder digerir alimentos pero el problema de esófago, estómago y
heridas internas solamente suele ser en la epidermolisis bullosa distrófica
recesiva. Suele manifestarse al nacer o a los primeros meses de vida y existen
dos formas en las que la enfermedad se puede heredar:
· En la herencia
dominante, uno de los progenitores tiene la enfermedad y existe 50% de
probabilidades por cada embarazo que su hijo esté afectado.
· En la herencia
recesiva, ambos progenitores (padres) son portadores de un gen enfermo que
trasmite la enfermedad. En cada embarazo existe el riesgo de 1 a 4 (25%) de que
tengan un bebe enfermo con E.B.
La piel de los afectados con epidermólisis
bullosa se caracteriza por ser frágil, débil, extremadamente sensible y
extremadamente vulnerable, tan delicada como el cristal, ya que al menor contacto
físico se les desprende la piel, causándoles heridas y ampollas que tienen el
aspecto de una gran quemadura; es por esto que esta enfermedad también recibe
el nombre de enfermedad piel de cristal o piel de mariposa.
Etiopatogenia de Epidermolisis Bullosa (EB)
El origen de la EB es una serie de anomalías
genéticas que producen una alteración de las proteínas que intervienen en la
unión de la dermis y la epidermis. Estas alteraciones se traducen en fragilidad
cutánea y tendencia a formar ampollas que posteriormente se convertirán en
úlceras cutáneas. La EB no es infecciosa ni contagiosa. Al tratarse de una
enfermedad genética no existe riesgo de contraer la enfermedad a través de
otras personas. Un “niño o niña mariposa” mantiene su enfermedad durante toda
la vida, pero no puede variar de un tipo a otro. Si padece una variedad leve,
ésta no va empeorar con el tiempo hasta convertirse en otra más grave.
Al tratarse de una enfermedad genética no
existen factores de riesgo externos para evitarla. Se transmite tanto como
factor dominante como recesivo, dependiendo de si los padres la padecen o son
portadores sanos. La terapia génica es actualmente la única forma de evitar la
enfermedad.
Prevención de Epidermolisis Bullosa (EB)
Dado que las ampollas de la piel en personas
con EB son, muchas de ellas, inevitables, 12-14 sería útil una etiqueta de
intervención (NIC) general sobre prevención de lesiones crónicas, tal como
existe para las úlceras por presión (NIC 3540). Ante la inexistencia de esta
intervención, se ha optado por seleccionar un número de intervenciones que abarquen
todos los cuidados necesarios, a la vez que se han introducido actividades específicas
para las personas con EB. Un cuidado adecuado de la piel y una dieta específica
ayudan a prevenir la aparición de un mayor número de ampollas y minimizar el
impacto de las consecuencias de esta enfermedad.
Además, la baja casuística de la EB hace que,
en la mayoría de casos, las enfermeras y los familiares que cuidan a estas
personas carezcan de información básica acerca de los cuidados que precisan,
pudiendo provocar acciones por parte de la persona con EB o de su persona
cuidadora que aumenten la probabilidad de ocasionar lesiones.
El registro que engloba los diagnósticos
sobre las necesidades de cuidados, las intervenciones enfermeras para resolver
los problemas y así alcanzar los objetivos, es un requisito para personalizar
la intervención adaptándose a cualquier situación que pueda darse.
Otro trastorno cutáneo es la Ictiosis, que son un grupo de
enfermedades que producen escamas visibles en toda o gran parte de la superficie
de la piel. Su nombre deriva de la palabra griega que significa pez. Las
ictiosis pueden ser debidas a anomalías hereditarias de la queratinización o a
trastornos adquiridos, entre los que destacan las neoplasias. Las primeras son
mucho más importantes en la edad pediátrica. A
continuación destacamos las principales características clínicas de las ictiosis
más comunes.
Ictiosis Vulgar: Las lesiones suelen comenzar a ser detectables varios
meses después del nacimiento, a veces tras el primer año de vida. Consisten en
escamas finas y blanquecinas, que predominan en el tronco y la cara de
extensión de los miembros. La cara, el cuello y las flexuras corporales suelen estar
respetadas. Muy a menudo se acompaña de hiperqueratosis folicular en las zonas
de extensión de las extremidades, aumento de los pliegues e hiperqueratosis
palmo-plantar.
Ictiosis recesiva ligada al cromosoma X: El inicio suele ser más precoz que en la ictiosis vulgar;
en muchos niños las lesiones están presentes desde el nacimiento y en la
mayoría son relevantes antes del año de vida. Suele ser más intensa que la
ictiosis vulgar, con escamas más gruesas y con mayor frecuencia adquiere una
coloración marrón o negruzca. Las zonas más afectadas son también el tronco y
las caras de extensión de los miembros, pero también es más habitual la
participación de la cara, el cuero cabelludo, el cuello y las flexuras.
Ictiosis Laminares: Actualmente se admite que es un conjunto de enfermedades
con distintas bases bioquímicas y manifestaciones clínicas. El niño puede tener
inicialmente el aspecto de un bebé colodión. En las fases evolutivas iniciales
suele haber un eritema como base del cuadro ictiosiforme que en algunos casos
tiende a atenuarse o se hace imperceptible con el tiempo. La descamación es
generalizada, con tamaño de escamas muy variable. El ectropión, el eclabión, la
queratodermia palmoplantar y la alopecia son hallazgos frecuentes. Las
principales asociaciones descritas son talla baja y retraso mental.
Ictiosis Arlequín: Es una enfermedad de la piel extremadamente rara del
grupo de las llamadas genodermatosis (grupo de dermatosis hereditarias con
trastornos metabólicos). Es la forma de ictiosis congénita más grave, se hace
evidente ya desde el nacimiento y debe su nombre al aspecto que tienen los
recién nacidos con la enfermedad, que recuerda a un disfraz de arlequín. La
ictiosis tipo Arlequín es una enfermedad genética rara de la piel caracterizada
por escamas grandes y gruesas que aparecen en toda la piel, como a su vez se
nace con los párpados volteados por lo que en lugar de ojos se observan los
párpados totalmente rojos.
Tratamiento de la Ictiosis
Medidas generales: Los pacientes con
ictiosis, sobre todo los neonatos con formas graves, se benefician de un ambiente
húmedo. En los recién nacidos con bebé colodión y otros tipos de ictiosis eritrodérmica
es esencial controlar el balance hidroelectrolítico y la posibilidad de
infecciones con puerta de entrada cutánea. La higiene es esencial a lo largo de
la vida de estos pacientes para evitar las sobreinfección y favorecer la
eliminación de las escamas. Un gel de pH ácido es el producto más recomendable con
este fin.
Tratamientos tópicos: Las sustancias más
empleadas son los emolientes y los queratolíticos. Muchas veces los productos
de uso tópico comparten ambas propiedades. Tal es el caso de la urea, los
alfahidroxiácidos, en especial el ácido láctico y el propilenglicol. Los
aceites vegetales y minerales y la vaselina y la parafina tienen una acción predominante
como emoliente.
Tratamientos sistémicos: En la actualidad los
retinoides orales son las únicas medicaciones utilizables en la mayoría de las
ictiosis graves, en las que no resulta posible el control con tratamientos
tópicos.