jueves, 6 de septiembre de 2012

Trastorno Disocial


El trastorno disocial se refiere a la presencia recurrente de conductas distorsionadas, destructivas y de carácter negativo, además de transgresoras de las normas sociales, en el comportamiento del individuo. Este trastorno supone un problema clínico importante por sus características intrínsecas implica un desajuste social, sus posibles consecuencias una parte importante de los niños/as que lo padecen mostrará algún tipo de desajuste en la edad adulta y por su frecuencia es el más comúnmente diagnosticado.
Los tipos de comportamientos que se presentan en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV-TR) pueden ser operacionalizados en cuatro categorías o agrupaciones:
Comportamientos agresivos:
·         Inicio de peleas
·         Portar armas
·         Actos crueles contra personas
·         Contra animales
·         Robo con violencia
·         Violaciones
·         Raras veces homicidio
Comportamientos no agresivos con daño a la propiedad privada. (no hay daño a personas)
·         Ocasionar incendios
·         Romper vidrios
·         Dañar automóviles
·         Actividades vandálicas en la escuela
·         Daño a la propiedad pública y privada en general
Fraudes o robos.
·         Mentiras
·         Timos
·         Falsificaciones
·         Romper compromisos y promesas para sacar provecho
·         Hurto
·         Robos a tiendas
Violaciones a las normas
·         Normas escolares
·         Cimarras (huídas de clases)
·         Normas familiares
·         Fugas
·         Ausentismo laboral (en mayores)
·         Sexualización de la conducta
·         Ingesta de alcohol y drogas

Características del Trastorno Disocial
Las personas con trastorno disocial se caracterizan por mostrar un patrón de comportamiento persistente y repetitivo en el que suelen incumplir importantes normas sociales propias de su edad y vulnerar los derechos básicos de los otros. 

El trastorno disocial se caracteriza por la presencia de comportamientos agresivos: amenazas, intimidaciones, provocación de peleas, utilización de armas, crueldad física con personas y/o con animales, robos con enfrentamiento e intimidación, violencia sexual y violación grave de las normas establecidas. En la génesis del trastorno los comportamientos menos graves (mentir, robar en tiendas, peleas físicas) suelen aparecer antes, mientras que otros (robos con asalto, uso de armas, violaciones) lo hacen posteriormente.
Este tipo de comportamientos manifestados en los ambientes próximos (familia, barrio, escuela) y en la relación con personas conocidas (padres, vecinos, compañeros) generan graves conflictos que suelen agravarse progresivamente (escalada del conflicto o efecto bola de nieve): el entorno, ante sus comportamientos, se va volviendo cada vez más hostil y, ante esta hostilidad, el niño/adolescente responde con mayor agresividad y encono.
La presencia de un trastorno disocial implica, siempre, un deterioro significativo en las actividades familiares, escolares y sociales de la persona. Las consecuencias de sus comportamientos pueden derivar en medidas judiciales, educativas y sociales que, en ocasiones, suponen contención, alejamiento o exclusión.

Tratamientos para el Trastorno Disocial
Debido al carácter heterogéneo tanto de la etiología como de la manifestación de las conductas disociales, no existe un tratamiento exclusivo del mismo, pero sí una serie de programas y tratamientos que pueden contribuir a su remisión o amortiguación.
Formación para padres: En esencia el tratamiento consiste en enseñar a los padres a dar órdenes directas y concisas tratando de privilegiar la claridad del contenido, en tonos no amenazantes. Se enseña también a ser paciente con los ritmos del niño y no mandarlo a hacer cosas sin darle el suficiente tiempo para cumplir la orden, si el niño es siempre interrumpido es muy difícil que comprenda el sentido de las ordenes y que se acostumbre a obedecerlas. Es necesario considerar que cierto nivel de oposición por parte del niño es buena porque le ayuda a descubrir sus propios límites y potencialidades, por lo que no se busca anular la capacidad del niño de rechazar una orden cuando está basado en la adquisición de conceptos y juicios de valor como por ejemplo la justicia.
Terapia comunitaria: Este modelo terapéutico tiene como objetivo evitar la estigmatización de los pacientes e integrarlos en los grupos de niños sanos. Este tratamiento busca generar la aparición de conductas prosociales por parte de los niños que sufren el T.D. a través de juegos, música, dinámicas, deportes, etc. Además posibilitan un espacio de canalización de energías e intereses que los hacen sentir participantes, aceptados y valorados.
Terapia familiar: Este tipo de modelo terapéutico tiene como objetivo modificar patrones desadaptativos de interacción y comunicación entre los miembros de la familia. Busca el fortalecimiento de vínculos sanos e íntimos entre los miembros, evitando el aislamiento, la culpabilización, etc. Es complejo lograr el éxito en muchas familias debido a que en muchos casos se requiere reconstruir el tejido relacional de la familia, lo cual es un problema de solucionar a largo plazo, pero por lo menos sirve para reforzar los cambios logrados por el niño.



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